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5. Trata de blancas 1er Capitulo
Capítulo 1.


La muchacha se adentró de forma tímida en la habitación, no estaba acostumbrada a eso, pero era cuestión de vida ó muerte, no de la suya propia, sino de la de su hermanito, tras el reciente fallecimiento de sus padres en un trágico suceso, es por ello por lo cuál accedió de buen agrado.

Sus pasos no emitían el más mínimo sonido, iba descalza, sintiendo el suave tacto de la moqueta bajo sus pies, el olor a incienso que inundaba la habitación, las numerosas velitas, y las telas que prendían del techo que iban desde tonalidades anaranjadas a las color púrpura.




Mi... ¿Mi señor...? - Dijo con patente nerviosismo en el tono de voz. Se acerca al sillón que se encuentra frente a la chimenea, lo único que alcanza ver es el brazo de su "Amo". Horas y horas de preparación e inculcación de conocimientos los cuáles hasta le parecían ridículos, los cuáles sin embargo le servirían para sobrevivir, se arrodilló cuidadosamente para tras eso arrastrarse hasta él, aún sin atreverse a mirarlo.

Finalmente queda interpuesta entre lo que es la chimenea y él, este se digna incluso a mirarla. - Puedes alzar el rostro, tienes mi permiso. - Levanta la mirada, buscando su mirada, las facciones de su cara no denotan maldad, no en apariencia, sonríe, se confía quizás. - Gracias, mi señor... - Parecía ser no le costaba tanto, sigue con la mirada todos y cada uno de sus gestos, lo ve alzarse, atraviado con un negro batín, se acerca a un mueble cualquiera, no alcanza a distinguirlo pues la luz es ténue en exceso para su gusto, al poco regresa sobre sus pasos con una pequeña cajita metálica, la cuál deja justamente a un lado del sillón, en una mesita auxiliar dónde reposaban un par de copas llenas de algún tipo de bebida alcohólica.

- Ven. - No dice nada más, da unas cuántas palmaditas en su regazo, mudo gesto el cuál bastó para que se pusiese en pie, dispuesta a sentarse. Era joven, quizás en exceso, catorce años a lo sumo; se despojó de la única prenda que cubría su cuerpo, un albornoz. Ya sabía de sus gustos y preferencias, era una baza a su favor, al menos de momento, se sentó, dándole la espalda, no por falta de respeto, nada más lejos de la realidad, sino porque simplemente aún no era digna cómo para tenerlo cara a cara.

Aquí me tiene... Mi señor... - Su voz ya no denota inseguridad, va cargada de dulzura y cierta sensualidad, se deja llevar... Le va agradando la situación, le da morbo, la excita... Pronto las manos del hombre recorren sus costados, en un principio hace amago de cubrirse, pero este coge la mano de la muchacha, dejádola sobre su propia pierna, sin necesidad de inflingir azote ó correción alguna -De forma momentánea- prosigue con las caricias, no tarda mucho en tomar sus pechos entre sus manos, acariciándolos suavemente, en un principio, dejándola sentir poco después la deliciosa presión de sus dedos sobre sus pezones, los cuáles irremediablemente tornaron erectos, comenzando así mismo su vagina a lubricar de forma involuntaria, fluidos los cuáles resbalaron por la cara interna de sus muslos hasta llegar incluso a la pierna de su Amo.

- Vaya... ¿Qué es esto...? - Pasa una de las manos por su ingle, por las inmediaciones de su sexo, haciéndola sentir la necesidad, pero no calmando su ansia, limitándose a recoger parte de sus flujos sin por ello dotarla de placer directo, lleva la mano a sus labios, lamiendo uno de los dedos. - Hmm... - Asiente cómo gesto de aprobación, algo lo cuál ella no ve, se pone nerviosa, pronto siente uno de los dedos de su Amo tratando de entrar en su boquita, repasa con el dedo sus labios, llenándolos de sus propios flujos, ella no se demora en lamerlos, sabe eso le excitaría, y recibe su recompensa... Lleva los labios a su cuello, o besa, lame tras la oreja de la joven, mordisquea su lóbulo... Un par de dedos los cuáles comienzan a acariciar su clítoris, arquea la espalda, deja escapar un hálito cargado de placer, del más inocente, puro y destilado placer que pudiese haber ofrecido hasta entonces, contemplando con curiosidad cómo la mano libre ya no se afanaba en acariciar su pecho, sino que rebuscaba entre la metálica cajita, hasta al fin encontrar lo que buscaba...
Categoría: Arkantos | Ha añadido: fran_balerma (2011-03-21)
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