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7. Liberacion de cuerpo y mente 1er Capitulo
Capítulo 1.
Llaman
a casa, ¿Quién podrá ser hoy, con el mal día que hace? Eso es lo que
pasó por tu cabecita, inmediatamente después recordaste una cita muy
concreta: "Desde hoy, en cuánto llueva te llevaré ahí." No hubo más
datos; ella se encogió de hombros, acercándose para abrir la puerta y
encontrarlo ahí, trajeado y empapado, hizo amago de decir algo aunque su
voz fue acallada por el estruendo de la tormenta, sin más aferró tu
mano para cerrar la puerta tras de ti.
- El coche está al otro
lado de la calle. - Corrieron hacia el coche, una vez entraron fue
cuando se aventuró a preguntar. - ¿Pero no deberías de estar trab...? -
No pudo continuar la frase pues la acalló con un beso. Recostándose como
buenamente pudo en el sillón y tomando su mentón entre los dedos pulgar
e índice besó con suavidad y dulzura sus labios.
- Dudo mucho
que en un día como hoy acudan muchos clientes, además, creo recordar que
te prometí llevarte a cierto sitio en cuanto lloviese, ¿Recuerdas? -
Ella asintió sonriente, contemplando como él quedaba ensimismado,
observando la lluvia golpear las lunas del vehículo, recreándose en la
belleza de esa gris ciudad recubierta por el mágico manto de la lluvia,
acompañada de esa purificación del aire tan necesaria.
- En
marcha. - Arrancó el coche, pero antes de instarla a colocarse el
cinturón sacó de la guantera una fina tira de terciopelo con la cuál
vendó sus ojos. Tras eso, volvió a besarla y puso el coche en marcha. -
Vamos... No seas malo, dime donde me llevas... - Esa vocecita de niña
buena en muchas ocasiones me había podido, pero este no era el caso. -
Ah no, hoy no colará, cariño. - Dijo metiendo primera y emprendiendo su
marcha, marcha la cuál no duraría más de tres cuartos de hora, los
cuáles a ella se le hicieron eternos.
- Ya puedes quitarte la
venda, cariño. - Ella giró la cabeza hacia la misma dirección de la cual
provenía esa voz la cuál la embelesaba y tanto le agradaba oír. Pronto
los baches que plagaban el semiasfaltado camino hicieron del que hasta
ahora era un agradable viaje se convirtiese en uno mas bien tedioso, más
aún cuando el único material que recubría el camino era tierra. - Qué
bonito... - Ella quedó absorta en el paisaje, una enorme explanada
sembrada de trigo o cebada, a lo lejos se alcanzaba a distinguir un
molino abandonado. - Hmm... Dime, ¿Iremos allí como la otra vez...? -
Recordó divertida la última experiencia vivida entre montones de heno.
- No, esta vez no...
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Categoría: Arkantos | Ha añadido: fran_balerma (2011-03-22)
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